48 horas sintigo

nota: leer antes «48 horas con ti«.

Mírame, paro el mundo que me bajo aquí.

Ahora no son ni 23, ni 32 sino 48 las horas que paso sin…

Me despierto con resacas de recuerdos y son espejos lo que veo

con ti o sin tigo, continuo escribiendo el cuento.

la tormenta me recuerda que la lluvia nunca vuelve a las nubes,

y que quizá nos vimos viviendo en diferentes países,

pero hoy lo que nos separó; nos une.

Los truenos caen fuertes, la lluvia cae intensa y masajea los recuerdos

Recuerdos de acariciar tu pelo

hasta que quedarás dormida en mis brazos o con besos en mi cuello.

Recuerdos de tiendas de campaña, de sacos individuales

y de viajes tan intensos que hasta sobraban los relojes.

Recuerdos que si más no, se hacen hielo en el olvido

Se hacen hielo a la espera de ser calmados con suspiros,

con tu bao cuando sin sospecha, ni ropa me comías a mordiscos.

Mi voz hecha de menos tus orejas, igual que nuestro sexo hecha de menos las caricias.

pero aún perdidos por la avaricia y por lo que nos desquicia,

romperíamos el tiempo; por dos camas juntas.

Por las canciones, por lo que saben las rocas y las playas;

– por lo que prometen las cartas en hoteles de Marruecos

– por todo lo que hubo y ahora acepto que no tengo

Porque se que tu cuerpo aún sabe como me amas.

Entonces, dejaremos de juzgarnos como simples polizontes

dejaremos de ver la vida como simples esteroides

y empezaremos a pedir deseos a las estrellas,

a los estanques de los conjuros, a las noches eternas

a los caminos sin vuelta, a los viajes por carretera,

a lo bien que te sienta la primavera y mi olor en tu camiseta.

A que si aquí mismo te tuviera, no sería solo yo el que el labio se mordiera

no sería solo la tensión de una noche de gaviotas y poemas

Sino que se convertiría en fuego eterno de pasión

en fuego que con tu calor, nuestro humor y paciencia

llegará al corazón.

Al corazón donde yo monté un fuerte de sábanas

y decidí acampar en él con un iglú

en el que solo entras tu

cuando me miras y con tus ojos me llamas.

Pues todo eso, quedará recogido en uno de nuestros miles de cuadernos

Escribiremos juntos; que bien que nos conocimos

y cerraremos el cuento

para empezar a ver la vida a risa

o en un té en una terraza de Marruecos;

cogeremos nuestra alfombra mágica y asumir;

que tu cuerpo me pide, tu ropa me sobra

y mi sonrisa pide que piques a la puerta,

yo te abra y te diga que no nos entendemos

pero que bien nos sienta.


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