Suena la maldita alarma.
Me he levantado y estoy algo mareado, así que me tomo una pastilla de mi mesilla y voy directo al trabajo. Pero al salir de casa, me encuentro al plasta de mi vecino. Una persona que viste siempre de verde y da los buenos días de 4 maneras distintas, que tiende la ropa y la plancha antes y después. Un capullo. Creo que tiene un hurón como mascota le llama Tiffany y le viste de rosa. Si me dieran a escoger entre pasar un fin de semana en un campo de mierda y otro tomando té a su lado media hora, el campo de mierda me parecería un Alejando Sanz: looking for paradise.
– Hola ¿que tal? – me dice con una sonrisa de oreja a oreja, su americana verde y el hurón en una mano.
– Bien, parece que no tanto como tu, ya veo que hoy vas de verde por tanto es un día feliz como TODOS los que vives. – le contesto con los ojos caídos y las manos bajadas.
– Querido vecino, tu siempre tan quejica! – dice exaltado y levantando una mano.
– ¿Quejica yo? Quejica debería ser tu perro- hurón implorando el suicidio, es más creo que le he visto llamarme des de el patio de luces poniendo socorro en el cristal. – le arrebato mientras cierro con llave mi casa.
– Es Tiffany y no consiento que hables así de ella. – dice llevándose las manos al pecho.
– Parece que ella tampoco lo consiente, está intentando ahogarse con la cuerda de paseo. ¿Quieres decir que vale la pena tener un hurón suicida?. Replantéatelo y opta por el verde pistacho, que mañana dicen que llueve. – comento yo mientras le dejo atrás por las escaleras.
Mientras salgo por la puerta del portal pienso que este tuercebotas no tenía que amargarme la mañana, y si; se la he amargado yo. En fin, la vida es corta: levántate temprano, cumple con tu deber, mata a tu hurón y jode a tu vecino, ya sabes.
Ahora que estoy en el autobús veo como se va a subir otra vez, es ese tipo con sombrero de bombín. Siempre que se sube me saluda como si me conociera des de la lejanía, creo que nunca nos hemos acercado lo suficiente. El caso es que es tan detallista y simpático que es imposible aporrearle con mi sarcasmo, el tío controla, lo sabe y le saludo como un bobo.
Llego al trabajo y por mi sorpresa allí está la chica que me gusta. Uau, que pelo rubio platino me espera, que curvas y que templanza, que belleza y que control de sus emociones, que echada pa’ lante se la ve y que sexy des de esta perspectiva. Me siento guapo, me siento seguro, ayer fui al gimnasio y estoy pletórico, recuerdo que soy super ingenioso y que esto de las chicas no me cuesta. Y se acerca mi pequeño becario a saludarme.
– Hola jefe. – dice con cierta emoción mañanera.
– Te dije que me llamaras Maestro Jedai, eso de jefe suena demasiado friki. – le aclaro con serenidad.
– Lo siento Maestro Jedi, ¿te sigue gustando Rosa? Me he acercado para recoger el rastro de babas que ibas dejando a tu paso mientras la miras. – me dice levantando las cejas y señalándola.
– No son babas maldito padawan, he dormido algo mal – digo mientras me limpio la barbilla por si hay restos.- Además ya sabes que no me importa hablar con ella, y que a la que le salude sabré exactamente que decirle y dejarla envenenada con mi seducción. Toma nota, que voy. – Le contesto mientras me arreglo la corbata y me estiro las mangas del traje.
Entonces mientras me acerco decidido, ella toma la delantera y de repente se gira y empieza a andar hacia mi. Asiento con la cabeza mientras digo: oh si, todo hecho. Me paro esperando que se acerque más y le digo:
– Hola, vas mucho….
– Hola, límpiate la americana que la llevas toda mojada. – me interrumpe ella sin pararse siquiera.
Y veo como sigue andando en dirección contraria a donde yo me quedé de espaldas. Y con mi cara de atónito llega mi padawan con aires de sorpresa:
– Jefe, la tienes en el bote. Se ha ido jurando que un día se casará contigo. Es más, creo que el motorista que acaba de aparcar, el de los biceps gigantes la está besando mal y en realidad piensa en ti. Que no te extrañe que mañana se tatue tu nombre. – me dice entre golpecitos en la espalda.
– ¡No tienes ni idea de seducir come garbaznos! Tiempo al tiempo, tenía que haber una primera toma de contacto. – le respondo retorciéndole el pezón descubierto por la camisa blanca.
– ¡Au! De todas formas es mejor que vayamos a trabajar, la empresa no se levantará sola. Y déjeme su americana, veremos que puede hacer el viejo Javier en tintorería. – Me dice mientras me trata de sacar la americana.
– Está bien, te has ganado 50 puntos jedi, mañana te los doy en forma de cafes nespresso. Pero no te subas a la chepa que luego quieres contarme tus penas y me aburres. A las 11 en mi despacho, después de esta situación de buena mañana me apetece hacer algo rudo, quiero que me traigas mis pesas, quiero una película de acción y programame un salto en paracaídas para el sábado. Ah y mi sesión de pedicura, ya sabes que sin las uñas del pie bien cortadas no soy un hombre. – le digo mientras me alejo y él va tomando nota.
Dejo mi maletín encima de la silla, y me siento girando mi trono hacia la ventana espectante de Barcelona. ¿Mi vecino se habrá pegado un tiro ya? ¿Existe algún tipo de verde que aún no tenga? ¿El hurón aguantará un salto des del ático por el patio de luces? ¿le haría vivir con maquinas asistidas al hurón? ¿existen vatidos para hurones enfermitos o se lo trituraría todo cual mama?. ¿Y quién cojones era ese estúpido hombre del bombín? Maldita sea, siempre igual.
Es hora de trabajar un poco más.
Hasta que de repente entra mi secretaria con una tarta de cumpleaños, un pato y un sombrero que pone: despedida de soltero de Laura.
[Continuará]