Con la misma regularidad que un tren llega a su destino,
tu y yo hicimos fuego.
Con el mismo sentido que una historia sin final:
dimos vida a este juego.
Y cuando terminamos de jugar,
simplemente recogemos
y hasta luego.
¿Dónde queda luego?
Luego somos nosotros.
Los tontos títeres de un estúpido juego sin tablero.
En el camino fueron inventando las reglas. El escenario y los alteregos. Cambiaron las normas y recurrieron al cielo. Desconectando todo por completo. Anarquia en movimiento… Saludos
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