Me siento aprisionado entre letras y condicionando verbos.
Ayer me acostumbré a conquistarte como un alpinista escala el Everest. Hoy, frente a ti te contemplo.
Te contemplo como un cubito de hielo que se derrite a cada Veso escrito,
a cada Berso robado sin ser pedido.
Mañana el Everest se derrite.
Algunos hablarán de que el fuego prohibido de nuestros cuerpos juntos,
hace que arda hasta Misisipi y sus conciencias raciales.
Ahora, la gente dice y dice.
Otros dirán que eso de amar sin planes, es de holgazanes.
Que estoy escalando por tus indirectas, por las partes más complejas de ti en busca de lo mejor de mi.
Y así hoy, conocernos.
Como subiendo la dificultad de vivir, hoy te amo mirando la ventana.
Hoy me he encontrado igual que tu,
mirando desde tu cama al más allá
y pensando en lo que me falta.
Mañana me faltarán piedras para estos muros,
estos muros que parecen rudos
pero que con tu tacto se descalabran.
Ábreme una brecha, pero una brecha sana. Que tape conforme abres, que llenes conforme vacías
y que ponga aire donde no hay nada.
En definitiva, hacerlo por instinto.
Hacerlo por nosotros mismos,
por unos minutos más,
esculpiendo Bersos en tu cuello, en tu ombligo.
Escribiendo Vesos sin sentido.
Y dibujarte constelaciones en tu espalda con mis dedos,
que sean la envidia de astrónomos académicos que no saben de amor.
Y así, sin esperarlo:
Llegue a la cima, a la parte más alta de ti.
Encontré tus labios, tu centro.
Perdí mi templo, dejé mis sueños.
Cogí mi cuaderno y escribí Vesos,
Sobre Bersos tiernos.
Y bajé sabiendo que es lo mejor que hemos hecho;
Vivir sin pensar en los Vesos que perdimos entre miedos.
Por la puta ortografía que limitó mis Bersos.
Genial!!
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