Digamos que todos y todas, en la medida de lo que nos ha ido pasando; tenemos una mochila con las experiencias ya sean agradables de rememorarlas o duras y por ello queremos recordar como no caer en el mismo error.
Normalmente, nuestra memoria la usamos para poder basarnos en lo que ya nos ha pasado, sea bueno o malo. En la parte derecha de la mochila ponemos todas esas experiencias inspiradoras, buenas, que te levantan el ánimo o que incluso pueden ofrecerte una sana melancolía por las vacaciones que pasaste. En la parte izquierda encontramos todo aquello que cuando llegaste al mundo hiciste mal por primera vez, y debes recordar desde que el fuego quema, los cuchillos cortan, las amistades cambian, las parejas no son como en las películas hasta incluso, que alguna vez te han hecho daño en el corazón. Partiendo de esa premisa, cuando dos personas interrelacionan y se conocen, ambas llevan en sus espaldas el peso de lo que han vivido. A menudo, el gran error es no solo cargar una mochila, sino que esa parte izquierda de la mochila que esconde el recuerda-aprende, lo hayas formalizado en un arma que te permite prevenir. Un arma llamada, antes muerdo que pregunto. Una arma que esconderás detrás de tu chaqueta, esperando ver el ínfimo paso en falso de una persona, para disparar antes de que puedan formar parte otra vez de tu parte izquierda de la mochila, antes de que puedan hacerte daño de nuevo.
Hasta aquí parece que funciona ¿no?. Evidentemente, esta arma te da seguridad y te permite relajarte sabiendo que tu controlas las cosas y la relación. Pero el PROBLEMA es que esta arma es tuya, son tus experiencias y es tu mochila.
Te has convencido tú de su eficiencia y estas defendiéndote de más fantasmas que de auténticas amenazas. Y lo peor de todo, es que el arma no solo te está defendiendo, sino que a su vez no te está comunicando. Si lo único que escucho es un disparo, no puedo decir siquiera lo que pienso o siento.
and…tygers come at night….
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