Espero que te quedes delante mío,
como viento,
como aire frío,
como mota de polvo que se levanta por el tiempo.
Salgo y decido encontrarte con mis brazos,
como árbol rígido,
como ramas secas sin lazos,
como un triste abrazo sin permiso.
Hoy me encuentro pidiéndole abrazos a una roca entre las olas,
que recibe cariño del mar,
como la brisa marina,
como la resaca del tsunami antes de la hora final,
como si nunca hubieras abrazado a nadie de verdad;
sin blasfemas ni bambalinas.