Las mejores historias se cuentan sin palabras, solo con imágenes.
cualquier persona podría haber dicho esto
Sam era un chico peculiar, era un amante empedernido de las texturas. Le encantaba repasar los barrotes de las vallas de camino al colegio. Era de esos niños que nunca anda por la acera, sino que se la juega subiendo a los muros y haciendo equilibrio.
Sam tenía unas manías rarísimas, ya que se acercaba o se alejaba de las personas por como sonaba el tono de su voz. Decía que las voces dulces le traían ternura, y las graves le repudiaban.
La maestra siempre le dijo, que no se pueden juzgar a las personas por sus rasgos. Pero a él no le importaban las palabras, solo las sensaciones.
Cuando conocía a alguien, lo primero que hacía es cogerle la mano. Era curioso ver como las repasaba lentamente. Decía que contenían tanto de nosotros, que no podían pasarse por alto al conocer a alguien. Era un chico sincero, de tan sincero que dolía. Nunca tenía miedo a decir la verdad, como tampoco tenía miedo de que le viesen como a uno más.
Sam siempre era confiado en sus palabras, porque creía en lo que hacía. Tenía decisión, carácter, determinación y sobretodo no le importaba hacer el ridículo. Sam vivia para sentir, no para pensar en sentir. Aunque muchas veces lo viera todo negro, siempre se las arreglaba para llenar su vida de tacto, luguria y alegría.
Sam era expontáneo, pero a la vez responsable y metódico. Cuando más sorprendente quería ser, más le daban igual sus limitaciones. Siempre repetía que la gente nunca sabe lo que quiere, y de lo único que está seguro todo el mundo es de que sabe reir y llorar. Era un fan de las risas, las conocía todas y las clasificaba mentalmente. Sabía perfectamente cuando alguien reía por compromiso, a pulmón abierto o simplemente por cortesía. Y él era un aventurero de las auténticas, de las que te dejan sin aire y se te extremecen las costillas. Amaba esos momentos.
Sam se rodeaba solo de personas, que correspondieran sus sueños. Era radical en eso. Pero libre en su vida. Solo creía en lo que tocaba.
Él era todo lo que quería ver. Él solo era lo que quería ver de si mismo.
Él solo era un niño que nunca se vio en el espejo.