Este no es un post convencional. Ya que aquí encontrarás razones por las que hacerlo o NO hacerlo, debates, dilemas e incluso experiencia personal.
HABLANDO CLARO…
LOS PADRES Y MADRES Y EL CONCEPTO DEL ÉXITO
La percepción «paternal y maternal» (occidentalmente hablando) en pleno siglo XXI suele ser:
estudiar / tener una carrera es = a triunfo / éxito
Hay una condescendencia y autorealización proyectada en lxs progenitores muy importante en esta afirmación (para nada científica). Puesto que de alguna forma todo aquello que no han cumplido ellxs se tiene que ver reflejado en todo aquello que debes cumplir tú como sus hijxs. La primera presión social que recibimos es ésta.
Ya eres libre.
Pero no solo la proyección influye, sino que creen firmemente que en la «selva» que es el trabajo fijo/ indefinido (en el que ellos ya se desenvuelven), debes tener un «colchón» llamado: estudios. Porque tener estudios nos permite ESCOGER, nos convierte en una especie de ciborgs que sobrevuelan ríos cuando se rompen los puentes y hay marea alta. Es decir, que tener estudios nos permitirá (supuestamente) no estancarnos y poder tener más opciones cuando estemos empujados a la selva que es CRECER.
UN TÍTULO SÓLO ES UN PAPELITO:
afirmaciones de gente que va de guay.
Cuando te rodees de gente que titubea con la emprendeduría, aquellos de «hazlo tu mismo», si quieres grandes cambios haz cosas diferentes, network marketing, negocios multinivel (ya hablaremos de esto en otro post), las conversaciones de grandes frustradxs por su rutina universitaria, etc: escucharás algo parecido:
un título solo es un papel, se paga una pasta para nada
Esto es tan obvio como aclarar (por fin) que la lluvia nos moja. Un título es un papel, igual que la enseñanza obligatoria (ESO), termina en un papel del rey que pone (en otras palabras): al menos lo obligatorio lo has superado, los siguientes papeles que te demos dependerán de ti.
Esa es la gran verdad, a partir de la ESO depende de uno mismo decidir acumular más de un «papelito» de estos. Pero ¿para qué tenerlos?
Una universidad se convierte en una institución que a cambio de tus ingresos monetarios te FACILITARÁ un material concreto según tu especialidad, seleccionado, revisado, redefinido, filtrado y seccionado en materias que realizarás a través de personas que han dedicado su vida a enseñar sobre las cosas que a ti (en principio) te interesan también.
En otras palabras:
En una universidad das dinero y te enseñan todo lo que saben, después de años de recolección, sobre algo.
No es menos cierto, que muchas personas opinarán que las materias no les interesan,
que hay profesores asqueados con su trabajo, que hay exámenes que no son representativos… pero esto pasa con todo, porque de igual forma también habrán:
profesores muy buenos que marcan, exámenes muy acertados para aprender y material más interesante que académico.
Pero pese a las discrepancias o a pensar que es un simple papelito: a una universidad se le paga para que te diga, facilite, ofrezca, organice TODO sobre un contenido, la carrera que escoges.
APRENDER POR UNO MISMO, SER AUTODIDACTA:
el dilema de Will Hunting.
Dentro de 50 años te darás cuenta de que hay dos verdades en la vida:
1- que los pedantes sobran
2- que has tirado 100.000 pavos en una educación que te habría costado un par de dólares por los retrasos en la biblioteca pública.
de la película «the good Will Hunting 1997»
CUIDADO, CUIDADO Y CIUIDADO. Esto no es un spoiler de tu futuro ni tan revelador como parece, no es la frase de nuestras vidas ni nos va a servir como excusa para seguir mamando del dinero familiar, viviendo en casita e inventarnos que de vez en cuando pisamos la biblioteca.
Nota de autor: si te has venido muy arriba con esta frase, mira la película para comprender las conclusiones. MUY IMPORTANTE.
Will Hunting es un muchacho ficticio que se ha dedicado a leer muchos libros, saber sobre todo y tener cierto don para la memoria y el pensamiento matemático. En este momento de la película, un pedante estudiante universitario que está vacilando a su amigo tratándole de inculto, le contesta con distintas referencias de autores no tan académicos y termina con esta frase que nos viene a decir: just do it.
Éste es el eterno dilema, ¿puedo hacer lo mismo por mi cuenta? ¿por qué hay tanta poca gente que lo hace?
Durante años de «evolución» la institución encargada de la educación pos obligatoria, se ha encargado profundamente, de que estudiar tuviera una repercusión lícita y prestigiosa. Es decir, la universidad te dice: yo te organizo todo el temario que tu no sabes por donde empezar, a cambio de un papelito final que ACREDITE que has estado presente y trabajando (deberes y exámenes), para que esto sea reconocido social y empresarialmente como una persona que sabe sobre algo. Simplemente: te permitimos acreditar un conocimiento y que nuestros amigos empresarios QUE NO TE CONOCEN puedan conocerte, juzgarte e incluso (hipotéticamente) contratarte a raíz de tener estos papelitos.
¿Para qué? para que les de tiempo a valorarte antes de conocerte.
NO SÉ SI QUIERO DEDICARME A ESTO TODA MI VIDA…
el paradigma de las expectativas de futuro.
Una de las situaciones más frequentes también al plantearte por qué estudiar una carrera es decidir CUAL. Esto no es tan fácil como parece, a no ser que hayas nacido con una vocación soñadora e inspiradora por ser médico y le dedicarás el 100% a ello.
Actualmente el índice de personas que no tienen claro su futuro es superior al de hace simplemente 80 años. Por el simple hecho de que la esperanza de vida no era la misma, la gente asumía su futuro, su oficio tuviera los desperfectos que tuviera. Ahora siempre tenemos en la cabeza:
no quiero trabajar de esto toda mi vida.
Alto ahí. En primer lugar ninguna carrera es una cadena en tu cuello que te obligue a nada, pero si es una condición a la hora de continuar por tu rama. Es decir, si decidiste que serías una persona de letras y luego te apetece mucho más la física quántica quizá hubo un error de rama (camino) al principio.
Lo más importante es preguntarse:
¿Qué se me da bien dentro de las ramas intelectuales?
– Nada.
Genial, pues déjalo todo y dedícate a barrer la playa o cómprate un libro de autoestima porque hay algo que te estás perdiendo y es tu autoconocimiento, tus puntos fuertes y por supuesto a ti mismo.
Pongámonos serios otra vez.
¿Eres bueno escribiendo? ¿El cálculo matemático se te da mejor que hablar con personas? ¿Te gusta tratar con personas directamente cara al público? ¿Te encantaría hacer descubrimientos dedicándote a la investigación? ¿Te interesa la historia? ¿Te apasiona enseñar? ¿Eres un culo inquieto que no puede parar de documentarse y leer?
Si alguna de estas te ha parecido relevante, empieza a definir al menos tu rama, tu sentido, tu especialidad. DA IGUAL que no se parezca al principio, que no hagan exactamente lo que tu quieras hasta el master, porque esto no se trata de que te regalen las cosas sino de que empieces un camino llamado especialidad, y apartes la enseñanza obligatoria.
EXPERIENCIA PERSONAL:
una carrera sin sentido en la calle
Yo quería ser profesor. Pero también quise ser técnico de sonido, lo sé no tiene sentido. Digamos que me he pasado mi tiempo estudiantil haciendo alternativas a lo que quería hacer principalmente.
Quería ser Técnico de sonido, me gustaba ser manitas y quería explotarlo hacia ese lugar. Por la música y porque no se me daba mal. Pues bien busqué un grado medio a fin a ello: la rama de Imagen y Sonido. Sonido es un grado superior, pero el grado medio es de fotografía (lo sé, no tiene sentido), peor todavía si lo hacen en pocos sitios, no hay casi plazas y por ello me vendieron la idea de que era mejor hacer Electricidad (durante dos años) porque realmente tenía más relevancia con el grado superior de sonido. Razón no les faltó, relevancia tenía.
Pero entonces haciendo Electricidad me hice el compañero para los problemas, para los conflictos, para ayudarles a estudiar, para ser incluso el delegado de clase, ¿qué estaba pasando?. Me interesaba más el tipo de gente y mi trabajo social que había en esa clase que el contenido en si mismo, parecía una excusa para trabajar mis habilidades sociales.
Encandilado por ello, el grado superior quise hacerlo de Integración social. Pero buenas noticias, también es muy exclusivo y pese a mis buenas notas no podía llegar fácilmente así que la opción B era: Animación Sociocultural y Turística. La rama social ya entraba en mis venas directa, sin tapujos y a toda mecha.
Posiblemente los dos mejores años de mi vida, allí entendí realmente lo que era el concepto «tratar con personas», como se dinamiza, como se mantiene la atención: conocí a personas maravillosas y únicas que seguirían conmigo para siempre.
Uno de mis profesores, que más estrambóticamente hacía las clases era Antropólogo, una profesión / carrera que desconocía por aquel entonces, pero que empezó a cobrar sentido para mí. Al estar terminando Animación pensé: ¿y ahora qué? ¿por qué estudiar una carrera?
Pues porque no era profesor todavía, esto no era más que la punta de Iceberg. Durante las prácticas de animación estuve en una empresa que hacía talleres por las escuelas, me pelé el culo a presentarme en sitios, hacer un mini show, enseñar contenido y largarme. ¡Pero yo quería quedarme! Quería ser el profesor de esas aulas y con la Animación solo estaba un ratito. Ser profesor cobraba cada vez más sentido.
Pregunté a mis amigos y amigas más cercanxs. La carrera de Educación Primaria está llena de gente que lo intenta, de gente que piensa que se le da bien enseñar o que simplemente enseñar lo puede hacer cualquiera. No digo con ello que no haya personas con auténtica vocación, sino que estas quedan prorrogadas al mínimo porcentaje, porque no se prestigia lo suficiente las capacidades, habilidades o competencias para la realización de dicho empleo. Así pues valoré muy poco entrar en una carrera que funcionaba como colador para meter a todo el mundo en la misma lista, y pensé:
Estudiaré algo que me guste y después seré profesor de ello en instituto.
Antropología. El por qué de las cosas y del comportamiento humano. Porque sí, porque definitivamente cuando pensaba en por qué estudiar una carrera pensaba: para mí. Ya tengo estudios básicos, medios y superiores, ahora quiero hacerlo por mí. ¿Tenía claro que me dedicaría a ello para siempre? ¿Antropología individualmente tenía muchas salidas?
– NO.
La antropología es una carrera sin sentido en la calle -aunque irónicamente se dedique muchas veces a estudiar la calle. Pero lo que quiero decir es que no tenía claro nada, simplemente sabía que quería trabajar con personas y que todo el contenido de Antropología (con sus más y sus menos) me parecía interesante, revelador, inspirador y muy relevante. ¿Qué podía perder?
– NADA.
¿Por qué estudiar una carrera?
Porque durante cuatro años le dedicaré tiempo y aprendizaje a un contenido específico que yo he decidido previamente a través de mi autoconocimiento. El único que he se encuentra junto a las personas que se cruzan en tu camino, que también (como tú) buscan encontrar su sitio, conocerse, intercambiar.
EN DEFINITIVA:
Cuando las personas me hablan de por qué estudiar una carrera pienso siempre lo mismo:
Estudiar una carrera no es el destino, es el camino.
Sí, hemos llegado hasta aquí para decir una obviedad, pero vuélvelo a leer.
¿ya?
Bien.
Es el camino hacia tu definición, hacia tu explotación más profunda de tus capacidades frente a retos que cobran sentido. Quizá no ahora pero si con el tiempo, con el esfuerzo y los descubrimientos que la misma persona hace en el camino, porque estudiar es eso un camino, no es el final.
Disfruta.
Nota del autor: escribo esto a las 8:33 de la mañana de un miércoles 7 de febrero de 2018. Preparándome para la graduación en Antropología Social i Cultural en la Universidad de Barcelona, después de 4 años. Y a pocos días de apuntarme al Master en profesorado de Secundaria y enseñanza obligatoria, Bachillerato o Grado Superior en la especialidad de Geografía e Historia. Puede que en un año-dos esté frente a 20 adolescentes lanzándome tizas, pero las recogeré, dibujaré un círculo en la pizarra y les preguntaré ¿Por qué estudiar una carrera?. Y me sentiré eternamente querido por todas las personas que habéis leído este post.
Yo no estudié una carrera… Me dediqué a trabajar como redactor publicitario, allá por el 69. Trabajé en tres países y en paralelo emprendí la aventura de diseñar un curso superior de creatividad publicitaria, que luego tuve que «enseñar»; sin dejar mi trabajo, por 30 años, fui profesor (sin título) en 8 universidades e institutos superiores siempre en creatividad y comunicación. Fui asesor político y participé de tres campañas presidenciales, asesor de 6 ministros de estado (de tres gobiernos); tuve dos agencias de publicidad y una boutique creativa y mis alumnos suman más o menos 16,000. Hace 6 o 7 años, la Universidad Católica del Perú me dio los títulos de bachiller y licenciado en comunicación (con especialidad en publicidad) por «currículum distinguido». ¿Hubiera estudiado una carrera? Sí, porque en el camino hubiera llevado mapa… Manolo. (tengo 70, por si acaso). 🙂 🙂
Me gustaMe gusta
grandíssimo ejemplo Manolo 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
Un ejemplo, como hay muchos, de los que logran lo que se proponen y lo demás viene «por añadidura». ¡gracias! 🙂 🙂 🙂
Me gustaMe gusta
Bien por ti. Una excelente exposición de mucho interés para leer con detenimiento. Felicitaciones por tus logros.
Me gustaLe gusta a 1 persona