Al comenzar el año 2021 retomé relación con mi viejo amigo Fran Sagués para hablar sobre una posible colaboración musical. Hasta entonces he de contar un pequeño detalle:
Fran a los 18 años se compró una guitarra y empezó a probar, probar y probar. No la había tocado en su vida y de hecho nos inventábamos canciones constantemente, cada cual más lamentablemente divertida.
Su progreso en cuestión de meses fue:
De no tocar un instrumento a ser su compañera de viaje.
Vi ese avance con mis propios ojos, a su lado. ¡Qué envidia! en el mismo lapso de tiempo en el que yo también he vivido acabo de ver cómo alguien aumenta su pasión exponencialmente.
Como era de esperar, al cabo de unos meses me compré una muy barata y pensé en replicar el camino ascendente de Fran. ¡Yo también podré! Pero escogí una tan barata que no me sonaba bien, me frustraba y no avanzaba. Allí se quedó hasta que finalmente decidí deshacerme de ella y olvidar tal compra absurda.
Cuando cumplí veinti-un años, volviendo de un campamento junto a Fran (precisamente) era septiembre y me entraron esas ganas estratosféricas de darle un vuelco a mi vida y pensé: cómprate una guitarra otra vez. ¡Otra vez!
Realmente, lo piensas y es de locos. No se te ocurriría cometer el mismo error tan deliberadamente, pero mi primo Pau me dio las consignas adecuadas en el momento de motivación adecuado y fue como si todo encajara. Insistía, trabajaba, practicaba, miraba videos, buscaba otras canciones para retarme todavía más.
De repente, empecé a ser el único responsable de llevar guitarra y animar el cotarro en los campamentos, ya que Fran dejó de ir por trabajo y cada uno pasó su camino.
¿Sabéis cómo sube exponencialmente una pasión cuando tienes ese protagonismo, esa función principal?
Ahora, después de que en la educación secundaria suspendiera música con un 0 y me importara lo más mínimo la diferencia entre un acorde y una nota, no podía parar de pensar en saber más, en aprender más. ¡Fascinante!
Y entonces, una de mis hermanas de repente emergió con una voz espectacular, potente y sensible a su vez. Sarapami era sencillamente mi aliciente, llevarla a la visibilidad siendo yo quien tocaba la guitarra era mi sueño. Casi que aprendía nuevos temas por y para ella. Nuestro primer concierto, como no podía ser de otra manera fue en el Celler de l’Avi, un bar de nuestro pueblo gracias a la implicación y la confianza de Jose (Barticulart) a quien le debemos todo este comienzo. Más tarde empezaríamos a estar a tope tocando para turistas y no turistas en el bar Tabarlot donde gracias a Karla nuestra agenda siempre acababa llena de eventos en el local tan céntrico de Barcelona. También hicimos colaboraciones benéficas como las que organiza La Xarxa Corbera gracias a Laura Lleixa e incluso hicimos acústicos a la fresca para unas fiestas mayores pidiendo muy por debajo del presupuesto que tenían para contratación de músicos. Pecamos de novatos en el sector.
Al poco tiempo me compré otra guitarra, no demasiada inversión, pero con todo el uso que le daba no podía quedarse allí. Así que escogí una que al menos se pudiera enchufar directamente y fuera más cómodo para los eventos. Claramente Sarapami era la estrella y yo solo hacía cositas de vez en cuando, coros o similar. Había una línea muy grande entre tocar para alguien que deja a todo el mundo con la boca abierta y arrancarse a cantar uno mismo. Poco a poco. Pero…
¿Qué narices estaba pasando? Hacía dos años no sabía tocar ningún instrumento y ni siquiera la guitarra, NADA. ¿Qué era esta nueva vida?
Mi sinvuerguencerío llegó también cuando me puse a dar clases de guitarra de iniciación, es decir, alguien que estuviera en mi punto anterior y quisiera llegar al actual. Sí. Intrusismo y del bueno. Pero oye, conseguí motivar a mucha gente a llegar al menos al punto básico y no tirar la toalla antes de tiempo.
Más tarde llegó la presentación del libro en Tabarlot también con la insuperable colaboración de mis hermanas y de AlBareto y AlChief. Y entonces, sin comerlo ni beberlo las Jams Músico-Poéticas pero allí ya se abren demasiados caminos nuevos.
¿Por dónde íbamos?
Ahora mismo escribiendo esto parece que tengo 60 años y estoy rememorando los viejos tiempos. La cuestión es que entonces, unos años más tarde aparece Fran Sagués de nuevo junto a Gorka Peñarroja para que hagamos un tema juntos. Le paso una letra abandonada sin acordes a Fran, saca una rueda y una posible melodía. Quedamos, ampliamos la letra con la ayuda y asesoramiento de Gorka, cambiamos más, quitamos, ponemos, componemos, grabamos… Y entonces Gorka saca la guitarra y hace lo que estábamos tocando pero poniéndole magia, poniéndole sensibilidad, arreglos, composición. Lo mejoró.
Nos ponemos un día entero a grabarla en condiciones, otro día a terminarla en condiciones y otro día a terminarla en condiciones y Fran se encargó de grabar tomas por la calle para hacer un pequeño video.
Fue fascinante como Fran encontró una pareja y les preguntó si podía grabarles de espaldas en una mañana fortuita y gris en Barcelona, en el puerto. Tomó esa toma larga y la dejamos pasar sencillamente para el video. Después decidimos ponerlo en Spotify también y sacarlo para el día de SanValentín. Especialmente:
Y así, gracias a la colaboración de todas las personas que me rodearon, pude hacer esta pequeña pieza que ha significado tanto para mí y para mi crecimiento.
Fantástico tema!! Letra y música! Quien dijo que no se podía…se puede; claro que se puede. Éxitos al grupo, que siga creciendo y consolidándose!! Piensen que todavía no han alcanzado nada…eso los fortalecerá para querer mas….Un cordial saludo,
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Mil gracias por el superapoyo. Se agradece mil en momentos de inspiración fluctuante!
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