Llega 2022 y supongo que al fin y al cabo soy alguien.
Cumplí 30 y pensé (como todxs) que todo se andaría y que estaría encaminado al llegar… Pero nada más lejos. Este sistema anaeróbico que compartimos es cada vez más frenético, compulsivo, inmediato, exigente y multifacético. Y yo me veo flotando en este mar, mirando hacia arriba manteniéndome con los brazos y pensando: ¿Quién soy?
¿Soy el único que llegado a este punto tiene la sensación de no querer arrepentirse más por lo que no se ha hecho? ¿Por lo que no se ha dicho? ¿Por lo que no se ha intentado?
Hoy me contaban sobre mi abuelo que él con 7 años pasó la posguerra, que pasó hambre qué vivió sin saber qué comería mañana. Entonces pensé que mis padres no la vivieron pero si han vivido un momento histórico en el que han tenido que aferrarse a los trabajos (en mi caso) por necesidad, por una especie de subordinación autoimpuesta. Los hijos e hijas de la revolución industrial han parido a semejantes hijxs que ahora con 30 aún sueñan con ser viajeros, sacar un disco, ser humoristas, hacer una peli, tener un legado, sacar otro libro, vivir de una pasión y todo eso tan boomer.
¿cuántas películas hemos visto nuestra generación para conformarnos con tan poco ahora? quizá es solo eso, debo entregarme a los cometidos rentables, agradecer con suma sonrisa que me paguen y que no falte trabajo pero llegar cada día a casa sin energía y volver a pensar: ¿cuánto margen tengo para hacer algo grande? ¿Algo que me apasione?
Quizá también ansío semejante conformidad placentera que envidio en la que me alejo de este mar flotante de dudas y me resguardo a buen puerto. Atesorando aparatos que cuido, guardando recuerdos que protejo y entregando mi vida a lo que parece que la vida cotidiana espera de mi.
No se si el año qué viene seré de esas personas que explicará que lo hizo, que lo intentó, que apostó todo confiando en si mismo y se sintió con el suficiente aguante para decirle al mundo: son mis sueños y yo también quiero intentarlo.
¡¡¡Feliz Año!!!
Me gustaMe gusta