Esta sociedad occidental premia el dinero y lincha al pobre. Todo funciona con favores, por confianzas y lo gracioso es que nos insisten en que la meritocracia existe y entonces nunca termina la rueda. Porque da igual lo que hagas, lo que digas si no puedes hacerlo. Dentro de estos pensamientos albergo una parte oscura que recuerda lo insignificante que es la existencia, el paso por ella más allá de dejarnos llevar poe la coreografia que es vivir.
Descuentos si compras muchos, si tienes acuerdos, si colaboras, regalos si patrocinas. ¿A ti? ¿persona favorecida que no lo necesita? Ya es suficientemente irónico que la salud mental sea un privilegio que no todo el mundo se puede permitir o que las adicciones tengan su foco en personas vulnerables económicamente y no tanto en aquellas personas que pueden permitirse los mejores tratamientos. Curiosas coincidencias que nos alejan de la humanidad.
El existencialismo puede ser como el lider de una secta que intenta seducirte poco a poco hasta tenerte convencidx de que nada sirve para nada. Pero yo respondo con rudeza: ¿y qué?
Qué más da si ya se que la película acaba así, que el guión no es muy distinto si estamos envueltos por don capital, don global y don occidental. Soy una víctima pero a la vez mi propio verdugo. Porque cojo el teléfono sin darme cuenta y me quedo mirando las redes, buscando en twitter alguien que salve esta vaga esperanza en la humidad y de nuevo: nada.
¿Y QUÉ?
¿Es que Twitter tiene que llenar mi vacío? parece que espero que un desconocido o desconocida me de el empujón que me falta para decir: lo ves, todo es una mierda. ¿Y QUÉ?
A caso uno es feliz cuando llego a la playa o lo es esperando a que llegue ese momento y planeándolo todo. La cima, todos sabemos como es; tiene vistas bonitas, podrás sacarte una buena foto y si hace buen día y está despejado verás más lejos. Pero, quién sube una montaña recordándose constantemente que lo que hay arriba, por lo que ha costado tanto subir, por lo que se ha sudado: es nada, algo que ya has visto.
Si hicieramos eso durante todo el camino, no llegaríamos ni al primer kilómetro, estaríamos cargando piedra tras piedra y sin un Para qué no hay un AHORA.
Lo importante de la montaña, de vivir, es el camino.
No se puede resumir de ninguna otra forma, porque hay veces que no hay más respuestas a las miles de preguntas de para qué, por qué y qué hago aquí. NO LAS HAY, porque la existencia misma se ocupa de darnos pequeños momentos de destello, de ranacer, de sonreir, de emocionarnos, de hacer algo que nos gusta con toda nuestra alma, pasión.
Y allí, en esos mini segundos aparece el presente y te dice: estoy aquí, soy un regalo. Da igual el porque, olvídalo y céntrate en el ahora, ya, en seguida, voy…
El pasado es historia, el futuro es mañana pero el presente siempre será un regalo.